Sentir el peso de las circunstancias y atribuirles gran parte de la responsabilidad del estado en el que nos encontramos puede ser una experiencia común y cotidiana. Durante muchos años construí una idea relacionada a la colaboración creativa. La formación de una agrupación sólida de varios individuos que ocuparan el lugar del equipo ideal que había construido en mi mente fue la piedra de Sísifo que me auto impuse y la que me trajo muchas amarguras.
Cuando me acerqué al análisis del tarot de Marsella inmediatamente me identifiqué con el arcano mayor El Loco. De una forma intuitiva me sentí absolutamente afín a lo que representa ese personaje: las posibilidades infinitas de la creatividad. El Loco es pura energía, es todo lo que puede ser, es la fuerza creativa, es la posibilidad… pero sólo eso. No es más que un loco que puede serlo todo y no es nada más que un loco. Tal vez esa afinidad intuitiva era la señal, la alerta, de un riesgo. El riesgo de quedarse en el plano de lo posible, de la idea, del proyecto, de la posibilidad, del estancamiento. Un riesgo común y cotidiano: soñar despierto y ver pasar el tiempo atrapado en los mismos sueños con la certeza-cadena de la posibilidad.
Pasó el tiempo, años, y la condena de El Loco cada vez me incomodaba más. Crear grandes proyectos y generar increíbles ideas en mi mente que no se concretaban por culpa de las circunstancias era la condena de alimentar un estado de potencialidad. Este hartazgo me llevó a sentirme atraído por otro arcano: La Torre.
La Torre simboliza la liberación, salir de la prisión, ser expulsado del encierro. Lo que estaba oculto sale a la luz, lo que estaba reprimido se libera, una fuerza emocional, una energía creativa golpea la Torre y la parte para que quien, o lo que, estaba prisionero salga. De la explosión surgen colores, no hay fuego o polvo o muerte o destrucción. De la liberación surge el color como efecto secundario.
El Loco en la Torre significa la fuerza creativa liberada, la creatividad libre de la prisión de la idea, la creatividad que se convierte en acto, la voluntad como escudo ante las flechas de las circunstancias y el placer de hacer porque sí, por necesidad creativa, por necesidad de vida.
Los tracks que se encuentran en El Loco en la Torre los compuse y grabé en distintos momentos hace algunos años. Guardé esta música para publicarla en el futuro. Hoy es el futuro y hoy comparto una victoria personal: vencerse en una batalla contra ideas que alimentan emociones pesadas. Y es sólo una de tantas que cualquier individuo es susceptible de enfrentar a lo largo de su vida.
Este trabajo lo realicé en soledad porque así lo requería el proceso. Necesitaba hacerme totalmente responsable de mis proyectos y mis necesidades sin culpar a nadie ni a nada. Es una toma de poder y de responsabilidad en hacer lo que me hace feliz. El Loco, la fuerza creativa, de un lado; la Torre, la liberación de la cárcel, del otro. En el centro estos ocho tracks. Cada uno con una historia diferente, pero todos unidos por esta necesidad de mover las aguas del lago que, sin darnos cuenta, convertimos en pantano.
